
Lamadrid en el Alto Peru
La Estrategia de Belgrano – 1817
El Camino de Araoz de Lamadrid
Joaquín Carrillo*
Los hombres nacen en una palingenesia extraña de la sombra de la tierra para formar la raíz de los pueblos y estos son los que construyen la historia cuando toman conciencia masiva y reflexiva de su ser ontológico y es en este proceso cuando erigen a sus propios líderes con los que en forma dialéctica crean las instituciones para su crecimiento y desarrollo (1)
Con la declaración de la Independencia de las “Provincias Unidas de Suramérica”, dada por el Congreso Constituyente de las provincias que conformaban el antiguo virreinato, el 9 de julio de 1816 y que proclamó la libertad para su territorio dispuestos a formar “una nación libre e independiente de los reyes de España, sus sucesores y Metrópoli y de toda otra dominación extranjera” (2) dejando constancia en el acta que fuera redactada por los diputados: José Mariano Serrano (chuquisaqueño) y Teodoro Sánchez de Bustamante (jujeño), la que fue publicada en castellano, quechua y aymara.
Los conceptos del acta firmada por todos los presentes, significó la definición de una nueva nación como una unidad pluriétnica y pluricultural, de quienes componían la vasta región americana, repitiendo la intención independentista marcada en mayo de 1809 en Chuquisaca y en mayo de 1810 en Buenos Aires, cuando fuera elegido como presidente de la Primera Junta del Primer Gobierno Patrio, Cornelio Judas Tadeo Saavedra, de origen potosino.
- Presidente del Instituto Belgraniano de Jujuy
Miembro correspondiente del Instituto Nacional Belgraniano
El principal reclamo por la independencia partía de los pueblos que conformaban las provincias de Salta del Tucumán y los del Alto Perú (hoy Bolivia) con un legítimo anhelo, fundamentado en un sentimiento de unidad, al margen del expresado por los diputados porteños, volcado a los principios mercantilistas y del libre comercio que se definía en la supremacía del poder que significaban los intereses de la aduana del puerto de Buenos Aires. (3)
En este Congreso reunido en Tucumán “el nuevo poder del Estado nombro a Juan Martin de Pueyrredón Director Supremo de las Provincias Unidas de Suramérica con el propósito que el ejecutivo pudiera alcanzar una proyección que superara los límites del antiguo virreinato”.
Sin ser miembros de este Congreso, los principales impulsores fueron San Martin, Belgrano y Güemes, denominado por los delegados porteños como “la camarilla de militares que digitaban las resoluciones” (4).
De esta “camarilla” había nacido el Plan Continental que iniciara el gran proceso de liberación americana en su única forma posible: la unidad de los pueblos americanos.
Belgrano como genial estadista había planteado con una visión geopolítica las necesidades de los pueblos y la historia de sus luchas sociales, principalmente las que había vivido y conocido en el Alto Perú y que seguían sosteniéndose en una guerra de guerrillas en la mal llamada por Mitre de “Republiquetas” (5) y a los de resistencia de los pueblos en hechos como los producidos en Salta del Tucumán, con el Éxodo, la Batalla de Tucumán y la de Salta, las que luego se transformaron en acciones sistemáticas en la llamada “guerra gaucha” (6). Ambas formas; la guerra de “Republiquetas” y la “Guerra Guacha” partían de un mismo sentimiento: la tierra como heredad, como patria americana en una unidad fáctica de pasado, presente y futuro como objeto sagrado del bien común, para lo cual su ejercicio residía en la libertad y soberanía como hecho pragmático que debía partir de una realidad cultural, formada desde una complejidad geopolítica apoyada sobre los ejes Atlántico – Pacifico – Andino, tal lo definido por el Congreso Constituyente.
San Martin será el estratega que tomará el “Plan de la Montaña” esbozado por Belgrano y lo llevará a la práctica al incluir la acción sobre el Pacifico y los puertos intermedios conformándolo en el “Plan Continental”, tomando la vía marítima sobre Chile como una unidad en la acción agregando la táctica y la estrategia de la ciencia militar. Conocía San Martin la lucha de los pueblos en las guerrillas europeas para su liberación, según lo que había vivido en el viejo mundo y coincidía con Belgrano en su heroicidad, pero también en su ineficiencia y la inutilidad de éstas sin la presencia de oficiales formados en el oficio del arte de la guerra para la conducción con la que se debía enfrentar a los ejércitos reglados que se oponían.
Miguel Martin de Güemes, líder natural, compenetrado en el sentimiento de las masas, con formación específica en el oficio militar, sumará su presencia definitoria en un proceso que requería necesariamente de la acción directa de los pueblos.
“a un pueblo que quiere ser libre, no hay poder humano que lo sujete” (7)
Belgrano se afirma a este concepto luego de experimentar la acción con los pueblos en el proceso anterior con el Ejército Auxiliar en su campaña militar, pero fundamentalmente en las luchas sobre el Alto Perú donde a su visión geopolítica suma el profundo conocimiento de su gente proponiendo cuerpos de milicias dirigidos por oficiales de carrera capacitados militarmente; Álvarez de Arenales se instala en la Paz, Padilla en Cochabamba, Warnes en Santa Cruz de la Sierra; Ortiz de Rosas en Charcas; Zarate en Chuquisaca; Betanzos y Camargo en Cinti colaborando con Cumbay, para actuar en una organización conjunta conformando 8 intendencias sobre las cuatro originales que operaban en el Alto Perú desde el inicio de la revolución. No falto en esta apreciación la visión de Paillardelle sobre los puertos intermedios en el Pacifico, con el alzamiento de Tacna, opinión que hará conocer a San Martin aportando conocimientos importantes para su campaña.
La Gran Invasión
Vuelto al trono Fernando VII, derrotado Napoleón y formada la Santa Alianza se prepara la gran ofensiva de los ejércitos imperiales para reconquistar el territorio de América para la corona. Para ello dispone la formación de un gran ejército invasor con los más destacados jefes militares y el mayor complejo bélico, que, terminada la guerra con Napoleón, habían quedado vacantes para actuar operativamente en una acción planificada para una invasión definitiva sobre América; además, desarrolla paralelamente un poderío naval capaz de atender estas necesidades militares y actuar en conjunto sobre sus antiguas colonias.
Una de las naves llamada S.C.M “Venganza” zarpó el 10 de mayo de 1816 de Cádiz conduciendo un convoy con destino al puerto de Arica con una tropa que debía unirse al experimentado ejército que ya combatía en el norte al mando de Morillo, quien había derrotado a Bolívar y desarrollaba una acción intensa en la reconquista de Nueva Granada. En esta fragata de guerra venia el nuevo jefe del ejército realista, José de la Serna, con los oficiales Jerónimo Valdez, Bernardo de la Torre, Eulogio Santa Cruz, Tomas Iriarte, Antonio Seoane y Fulgencio Toro, que eran oficiales de amplia fama en la guerra contra Napoleón.
Por vía Panamá llegó el batallón de Gerona con 764 efectivos bajo el mando de Alejandro Villalobos. Estos efectivos unidos a los de Morillo actuarían de ahora en más en acción conjunta bajo el mando de de la Serna.
Con el desembarco español se produce la caída de Bolívar, que debe refugiarse en Panamá; en el Alto Perú, todo el territorio estaba amenazado de caer en poder de los ejércitos realistas; luego de la derrota en Sipe-Sipe del General patriota José Rondeau en forma total, por Pezuela que ahora sería el nuevo Virrey.
El Brigadier General de La Serna se prepararía para la gran invasión militar para llegar en forma coordinada con las fuerzas navales, hasta Buenos Aires con la ocupación de los puertos principales del territorio.
El Director del Estado, Martin de Pueyrredón designado por el Congreso Constituyente, inmediatamente nombrará a Manuel Belgrano como Jefe del Ejército del Norte y a Güemes Jefe de Avanzadas a cargo del cuerpo de milicias populares, a su vez dispone que Belgrano debía acantonarse en la Ciudadela de Tucumán (recinto fortificado que había montado San Martin años atrás) con el ejército regular creando un tapón a la invasión realista anunciada desde el Perú, la que se hacía inminente. A la gravedad de esta situación, se sumaban, las disputas de las provincias del norte y las del litoral; las que, a su vez, eran amenazadas por una posible invasión desde Brasil a la Banda Oriental y al litoral.
Belgrano seria el eje sobre el cual se desarrollaría la acción de inteligencia que pivotaría entre Güemes en el norte y San Martin en el Pacífico, mientras procedía a la organización total del ejército descalabrado que había heredado de Rondeau sin disciplina ni armamentos.
El 15 de septiembre de 1816 había asumido como jefe del ejército realista, José de la Serna, quien se instala en Cotagaita para reemplazar a Ramírez de Orozco e iniciar en octubre “la Gran Invasión”, que, por su composición y cantidad de efectivos, será la más importante intentada por los ejércitos realistas hasta ese momento.
El nuevo jefe español por su jerarquía de Mariscal de Campo y la seleccionada calidad de los oficiales que lo acompañaban, poseía una arrogancia suprema, mostrando su desprecio por los soldados realistas americanos, y muchos más por los milicianos gauchos a los que consideraba que debían ser tratados como “bandidos” y no como soldados, calificándolos, además, como “grupos desorganizados de gente armada que actuaban en banda” (8).
Su soberbia lo llevo a despreciar incluso al Virrey Pezuela rechazando o ignorando sus consejos, a pesar que éste, era un militar consagrado y conocedor de la geografía en la que debía actuar. En forma arrogante marchó hacia Tupiza tomando como lógica y segura la victoria contra los revolucionarios, asegurando primero la plaza de Tarija, como punto estratégico.
Desoyendo a Pezuela, siguió su plan establecido haciendo base en Potosí mientras eran eliminados los guerrilleros independentistas en el Alto Perú, entre ellos caerán asesinados Asencio Padilla, Ildefonso de las Muñecas, Camargo y Warnes, quedando descabezados los principales focos revolucionarios, por lo que de la Serna podía ahora proseguir con su plan trazado de eliminar a Belgrano en Tucumán ya que este, por su fama militar, representaba el oponente principal para llegar a Buenos Aires; pensando que Güemes y sus gauchos serian arrollados sin más, solo con su importante presencia (por lo tanto era un objetivo menor), terminando así con toda la intención independentista proclamada el 9 de julio por el Congreso.
Sus fuerzas estaban compuestas por veteranos: el Regimiento de Gerona; el de Extremadura; los Húsares de Fernando VII; Los Dragones de la Unión; 130 artilleros y el Batallón General, que componía su propia guardia altamente seleccionada.
Para la acción designó al brigadier Olañeta como jefe de vanguardia por su experiencia, aptitudes de combate y conocimiento del terreno. La invasión sumaba 3 cuerpos: un ejército de expedicionarios, otro de ocupación y otro de reserva.
Seguro de su superioridad informará al Virrey del Perú: “creo podría lisonjearme al asegurar a V. E. formaría un Cuerpo de Ejército capaz de entrar con él en Buenos Aires para el mes de mayo del próximo año siempre que circunstancias políticas y topográficas lo permitieren” (9).
Al inicio de la campaña de la Serna contaba con un ejército de 7284 hombres cuya vanguardia seleccionada de 3400 efectivos operaria con contundencia en esta misión; la que comenzó a actuar en los últimos meses de 1816.
Belgrano a cargo del Ejército del Norte, le comunica al Congreso de Tucumán en la sesión del 23 de septiembre de 1816 “Haber recibido oficios del gobernador de Salta, en que con fecha 15 y 17 del corriente le comunica la aproximación del enemigo a aquel punto con una fuerza de 1.000 infantes y quinientos caballos, al mismo tiempo que por oficio del Coronel Campero, sabe que dos divisiones más salieron de Yavi, la una hacia el Moreno y la otra a la Rinconada”. (10)
Ante las necesidades de mantener esta guerra desigual y atípica, solicita permanentemente recursos al Gobierno Central los que sistemáticamente fueron negados. Güemes que había sido designado Jefe de Vanguardia del Ejercito del Norte y que se desempeñaba además como Gobernador y Jefe Militar de las milicias gauchas provinciales, debió cargar sobre sus espaldas la mayor responsabilidad y peso de la guerra en la que nada era suficiente para el esfuerzo que demandaba; no obstante, entre ambos (Güemes y Belgrano) organizarán la inteligencia de la guerra ante esta inminente invasión.
Belgrano enviará 3 columnas del ejército regular; la una, que debía dirigirse por el camino del despoblado (actual ruta 40) y de allí a Oruro para cortar las comunicaciones con el Alto Perú; la otra, lo haría para reforzar las tropas de la guerrilla en la zona de Valles a San Salvador con Domingo Arenas y de San Salvador a la Quebrada de Humahuaca con Urdininea quienes estarían al mando de Güemes; y una tercera columna que debía actuar en la línea Baritú – Oran a cargo de Bustos, reforzando la acción de Uriondo en la línea Oran – Tarija y Tarija – Oran, la que reforzaría a los guerrilleros Arias, Benavidez, Medina y Campero, que respondían bajo las ordenes de Güemes. Quedando el ejército regular estacionado en Tucumán como reserva en apoyo de la guerrilla y como tapón por si ésta, era superada tal lo dispuesto por Pueyrredón.
El área desde Tarija hasta Oran estaba defendida por el coronel Uriondo quien rehúye todo contacto con de la Serna, y dentro de la estrategia de Güemes y Belgrano se ubica en Tarija, quedando Campero en la comandancia de la Puna con asiento en Yavi; Uriondo debía pivotar entre Tarija – Yavi y Tarija – Oran.
De la Serna salió en búsqueda de Uriondo, que, al no poder sorprenderlo, lo invita a pasarse a sus filas y para ello le manda a decir por nota, invitándolo a desertar de las filas patriotas para unirse a las realistas tentándola con ofertas ventajosas (11).
Misiva que fue rechazada por el ilustre patriota tarijeño con una contundente respuesta. Del mismo modo Güemes hará lo propio en respuesta a la invitación de Olañeta. (12)
Ante la inminencia de la invasión, Güemes mandará en apoyo a Campero, su cuerpo más seleccionado y preparado: el de los “infernales” que en número de 500 serán comandados por Rojas y Bonifacio Ruiz de los Llanos, que se sumarán a los 600 hombres armados que tenía Campero. Además, había ordenado Güemes el apoyo de Arias con sus hombres en avance desde San Andrés.
Estos “infernales” eran los que habían vencido recientemente en las serranías de Santa Victoria a un regimiento formado por el sacerdote y coronel realista La Zerda, (en contraposición a “los infernales”, los que habían sido denominados “Los Angélicos”) para apoyar el ingreso de Olañeta, acción que permitirá la captura de Yavi, la que había sido recuperada el 11 de noviembre por Campero instalando allí su cuartel.
A lo largo de esta guerra el marques había agotado su cuantiosa fortuna implementando las fábricas de pólvora y armas con que alimentaba a las milicias gauchas, como así también la paga y vestimenta de sus soldados y oficiales sin ningún auxilio del gobierno central; Campero era Coronel Graduado del ejercito de las Provincias Unidas, cargo obtenido por sus “méritos y servicios” en junio de 1814, otorgado por el Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas y ascendido luego, al año siguiente por José María de Alvear como Coronel Mayor Graduado en merito a su actuación en la Puna. Cabe destacar que en esta área hubo más de 30 combates todos ellos con violentos enfrentamientos los que fueron mermando sus medios y provisiones al punto de ser auxiliado con las reservas de Arias y Álvarez Prado, con quienes compartía la responsabilidad de la guerra sobre esta difícil geografía.
Mientras tanto Uriondo combatía con éxito en Tarija; (según Bidondo) “de 180 hombres del ejercito peninsular solo regresaron 45”. (13)
Estas sucesivas derrotas sufridas por los realistas en el año 1816 producidas por Campero, habían demostrado a de la Serna que la toma de la Puna para llegar a Humahuaca iba a ser duramente disputada y que su principal enemigo a quien debía eliminar para el éxito de su campaña era a Campero. Existía además una fuerte ira y sed de venganza que sumaba la imperiosa necesidad de un ataque implacable contra su persona constituyendo este objetivo como una guerra aparte, contra el traidor a la patria (España) y además a la nobleza por su condición de noble.
El ingreso a la Puna por Yavi era la instancia estratégica más inmediata para lo cual envía una vanguardia con una fuerza de 3000 hombres.
Paralelamente en planificada acción, el Brigadier General de la Serna inicia las acciones con su ejército en Tarija, fortificándola y estableciendo obras de atrincheramiento considerando su importancia estratégica dejándolo a Mateo Ramírez como Gobernador, para él dirigirse desde Cotagaita, su cuartel general, y partir de allí, en el mes de noviembre y proceder al ingreso por la Puna con la intención de vencer fácilmente a los irregulares de Uriondo – Campero en la línea Tarija – Yavi.
Belgrano estacionado en Tucumán con orden de no mover su asentamiento, conversa con Güemes (14) y coordina sus acciones al igual que con San Martin para permitir un desarrollo de la guerra operando en forma simultánea, actuando en defensiva para asegurar la suerte de Chile evitando caer en la trampa del contrario y cuando esta estuviera asegurada, ejercer la ofensiva.
La derrota de Rondeau en Sipe-Sipe había puesto al ejército fuera de toda posibilidad de acción, obligando al ejército regular a su reorganización y recuperación en la región de Tucumán.
Salta, Jujuy, Oran y Tarija queda a cargo de la vanguardia del ejercito manejando la lucha con la denominada guerra gaucha con el fin de detener la invasión realista y auxiliar a las fuerzas altoperuanas.
En el Alto Perú el movimiento insurreccional se focalizó por zonas en las diferentes áreas del territorio desafiando al terrible poder de las armas realistas, desde el norte de la Paz al margen del Desaguadero, con cuartel general, en Lerecaja ya actuaban los partidarios hasta Omasuyo interceptando los caminos con el Bajo Perú. En el centro tres formidables republiquetas tomaban Cochabamba por el sur, norte y oriente. La principal era Apopaya que cubría los caminos de la Paz y Oruro y cubría la retirada a Mosetenes y Yucaraes que lindaban con Moxos. La otra republiqueta importante tenía por base a Chayanta que cubría las comunicaciones entre Oruro y Potosí y entre Cochabamba y Chuquisaca. La tercer republiqueta era la de Mizque que comunicaba con Santa Cruz de la Sierra y Valle Grande y por la izquierda domina otra republiqueta que actúa como cuartel general. En la selva de Moxos y Chiquitos se encontraba la republiqueta de Santa Cruz de la Sierra. Como punto neurálgico la vía Tarija Chuquisaca unida con Tomina, actuaba con foco insurreccional que se unía a la republiqueta de Cinti. (15)
En la estrategia general, Güemes debía operar como jefe de vanguardia y coordinar sus acciones con los jefes de las republiquetas, respondiendo al planteo general de Belgrano con cierta autonomía y Belgrano tenía como misión formar oficiales capacitados y principalmente planificar la marcha de la guerra.
La Sorpresa de Yavi
Estando Campero con sus tropas, acantonado en Yavi, destina al capitán Rojas sobre la Quebrada de Sococha.
Hubo en esta acción una orden que fuera mal interpretada, o bien mal transmitida por uno de los jefes de Campero que hicieron desplazarse a Rojas de su puesto de observación con lo que quedo desguarnecida la zona vigilada, oportunidad que fue aprovechada por Olañeta y Marquiegui quienes bajaron rápidamente por el camino, cayendo sorpresivamente sobre Yavi el 15 de noviembre de 1816 en un ataque fulminante, por lo que fue prisionero con 36 oficiales entre ellos su segundo comandante Quesada (militar uruguayo, desertor del regimiento de Rondeau y enviado por Belgrano para refuerzo de las milicias de Güemes) y otros 340 combatientes.
Es difícil comprender este duro ataque sobre el pueblo de Yavi. A su ingreso Marquiegui ordenó a sus tambores tocar a “Cala-Cuerda” significando a la tropa que la acción debía realizarse sin que quedara enemigo vivo, terrible orden cuando se trataba de un poblado, en el que, si bien se asentaba el cuerpo miliciano de Campero, también había una población civil; el desenlace no pudo ser más duro para las fuerzas patriotas. (16)
El desastre producido fue descripto por Bernardo Frías (17), por Luis Colmenares (18) y Jorge Sáenz (19).
Tomado Yavi, Olañeta iniciará su marcha sobre Humahuaca, para ello adelantara al capitán Antonio Seoane quien logra capturarla el 23 de diciembre de 1816 venciendo al teniente Manuel de Portal que fácilmente fue derrotado perdiendo 9 hombres.
Comandaba el área el coronel Urdininea que se repliega hacia el sur para organizar la resistencia instalándose en Huacalera. De allí ordenó a Arias cubrir el flanco izquierdo hacia Santa Ana protegiendo las serranías de Zenta por la cual se accedía a San Andrés y Oran.
Capturado Humahuaca, Olañeta envió partidas de exploración a Casabindo y hacia el valle de San Andrés con el objeto de tener información y ganado, lugar donde también sufrió la resistencia de los pobladores. (20)
Instalado de la Serna en Yavi y asegurada Humahuaca este dispuso seguir su marcha hacia el próximo objetivo: San Salvador. Para ello Olañeta ordena desde Humahuaca marchar en dos columnas, la una que debía avanzar sobre el Abra de Zenta vía San Andrés, Oran, Ledesma y San Salvador, la que estaría al mando de Guillermo Marquiegui y la segunda por la Quebrada de Humahuaca, al mando del propio Olañeta.
Aquí comenzarán las acciones de desgaste sobre el ejército realista por parte de los gauchos con enfrentamientos permanentes altamente coordinados con precisión del ataque y el inmediato retiro de los gauchos. Comandados por el teniente coronel Manuel Arias y sus jefes Eustaquio Medina, Mariano de la Corte, Mariano Benavidez, supervisado y organizados por Güemes en una vasta red de inteligencia que junto a Uriondo que operaba desde el norte de Yavi hasta Oran. Este plan de contención comenzó a funcionar frente al enemigo causándole serios problemas y cuantiosas bajas a la marcha. Si bien la columna de Olañeta tuvo un desplazamiento más tranquilo, no fue menos riesgosa que la de Marquiegui ni estuvo exenta de las precisas incursiones de los gauchos que permanentemente le causaban bajas y perdidas en todo su trayecto. Huacalera, Tilcara, León, Reyes y Yala fueron escenario de acciones efectivas, de ataques, hostigamientos y retrasos, evitando el combate frontal y produciendo bajas importantes sobre la vanguardia, los flancos o la retaguardia.
El 6 de enero logrará Olañeta entrar en San Salvador donde los gauchos inmediatamente le imponen un sitio cerrado, dificultando y debilitando las fuerzas realistas, las que no podían salir de la ciudad en procura de leña, forrajes o ganado.
Mientras tanto Marquiegui penosamente había logrado llegar el 8 de enero a San Andrés, totalmente disminuido sin poder enfrentar a los gauchos y frustrado al no poder entrar en combate abierto ni evitar las permanentes bajas que estos les provocaban afectándole la moral. Ante su impotencia, partió hacia Oran alejándose de San Andrés.
El camino de Marquiegui se había transformando en un infierno haciéndose difícil y penoso, plenos de emboscadas y ataques por sorpresa retrasando su marcha debiendo enterrar sus muertos y atender sus heridos. Lugar al que llegaba se encontraba vacío y desabastecido, totalmente abandonado, sin nada que pudiera servirle; sin recursos, recién pudo llegar a Oran el 14 de enero, encontrando una ciudad vacía por lo que inmediatamente reinicio la marcha hacia Ledesma debiendo cruzar ríos torrentosos, altas temperaturas y un sin fin de alimañas que se sumaban a los gauchos en constantes ataques sorpresa, diezmando la cada vez más disminuida tropa. También desaparecían sus mensajeros los que eran aprisionados en cuanto se separaban de la columna. El 17 de enero sufren otra emboscada en el río las Piedras con ataque de caballería y fuego de mosquetes. De igual manera debió cruzar el Río Negro pudiendo hacerlo con grandes bajas que aumentaron las ya ocasionadas, dificultándole el transporte de heridos por su cantidad, faltándole a esta altura del trayecto las mulas necesarias para su transporte, así pudo llegar a Ledesma el 20 de enero arribando a San Lorenzo. (21)
Con gran preocupación Olañeta ante la tardanza de la columna de Marquiegui (su cuñado), organiza una expedición de auxilio en su búsqueda para encontrarla en el paraje de la “Reducción” pudiendo llegar así a San Salvador para proseguir su marcha prevista hasta Salta según lo dispuesto por de la Serna.
Al arribo de Olañeta, el 6 de enero, la ciudad de San Salvador había sido abandonada por sus pobladores en un nuevo éxodo espontaneo ubicándose en sus alrededores para colaborar en un sitio permanente impuesto por las fuerzas gauchas que impedían la posibilidad de obtener víveres y forrajes; de tal modo la vanguardia española quedo retrasada e impotente de proseguir su marcha. Dirigía la resistencia en Jujuy Urdininea, librándose combates en los Alisos, San Antonio, Pálpala y el Pongo los que provocan graves daños al ejército realista sobre todo en la posibilidad de reabastecimiento. La furia de Olañeta en su impotencia provocó la destrucción de las viviendas de todos aquellos que estaban identificados con los patriotas, o que eran sospechosos, llegando incluso a las estancias cercanas, las que también habían retirado sus ganados y escondido sus productos.
Combate de San Pedrito
El 6 de febrero, se enfrentarán las fuerzas de Olañeta en San Pedrito, con las del comandante Juan Antonio Rojas, dispuesto por Güemes para reforzar a Urdininea con sus tropas de elite, que eran los “infernales”. Se conoce la dureza de este combate que fue “tan encarnizado, pues se luchó con armas de fuego y blancas, sino también con lazos y hasta con los puños. El resultado fue que quedaron allí más de 100 muertos y se tomaron 7 prisioneros realistas.” (22). No solo esta fue una acción militar contra el ejército invasor, acá habían participado plenamente todos los habitantes de la ciudad y alrededores.
De la Serna llegado a Jujuy el 14 de febrero con el grueso de las tropas no pudo romper el cerco en su marcha hacia Salta, habiendo organizado la salida de Jujuy en partidas hacia el sur y hacia el este para un ataque en pinzas, partidas que también fueron derrotadas provocando su inmovilización y la grave frustración de no poder llegar a Salta objetivo considerado como necesario para cumplir el plan trazado.
El 15 de marzo Urdininea había conformado un cerrado anillo con sus milicias; allí fue aniquilado el cuerpo de caballería realista de “Dragones de la Unión” y un grupo de infantes del “Extremadura”. El cerco fue achicándose, con la llegada de refuerzos de las milicias gauchas, con los que atacaron simultáneamente desde diferentes puntos de la ciudad y en las mismas calles, debilitando sus trincheras.
Sobre estos furiosos combates Güemes informa a Belgrano: “quisiera que usted estuviera cerca de Jujuy. Este pueblo parece un castillo que por todas partes despide fuego y más fuego. Si los enemigos salen una cuadra de sus trincheras, llevan tales coscorrones que vuelven escarmentados y llenos de pavor ¡dígalo el escuadrón de la Guardia de la Serna y dígalo también su capitán comandante! que está en este hospital bien asistido de sus heridas. Luego que se mejore y ponga en estado de caminar se lo despachare a Ud.” (23)
La invasión de de la Serna llamada “La Gran Invasión” tenía planeado en su logística establecer en Humahuaca una base operativa que asegurara el contacto con la retaguardia y mantuviera comunicación con el Alto Perú y sus avanzadas, para lo cual debía asegurarse la guarnición y las zonas aledañas, para tal fin se seleccionaron en el poblado los lugares de depósito de bagajes, el alojamiento de la tropa, el hospital de campaña, con una fortificación de artillería y una guarnición de 150 hombres del batallón de Cuzco y el famoso e invicto regimiento de Picoaga perfectamente armado y municionado.
De la Serna mientras tanto, ya en Jujuy el 22 de enero y habiendo llegado y descansado la columna de Marquiegui, se dispone continuar la marcha hacia Salta, para lo cual enviará columnas exploradoras hacia Perico, el Carmen y los Alisos, controlando con sus tropas fuertemente armadas los sitios de alimento y la logística del avance.
La Batalla de Humahuaca
Por su parte el teniente coronel Manuel Eduardo Arias luego de la partida de Marquiegui a Oran había recuperado y adueñado de todo el valle de San Andrés y la vía de Zenta hacia Humahuaca, abriendo el contacto con Uriondo hacia el Alto Perú.
Arias con el domino visual del movimiento de las tropas invasoras, contabiliza cada circunstancia del poblado y la ubicación de cada unidad y guarnición defensiva y las obras realizadas para su defensa, con lo cual elaboró un osado plan de ataque para recuperar el poblado y destruir el baluarte y base del enemigo, para ello mandó infiltrados a las filas enemigas haciendo un relevamiento exacto de cada posición dentro de la ciudad.
El 27 de febrero Arias recibió de Güemes la autorización para la operación sobre Humahuaca por lo que reunirá a sus hombres con los que instala un pequeño campamento en Rodero, a escasos kilómetros de Humahuaca mientras él, se acercaba a la ciudad tomada para verificar cada detalle de la acción.
De regreso a su campamento ordenó a sus hombres marchar durante la noche bajo una tormenta que permitió la mayor oscuridad llegando el 29 de febrero a 4 kilómetros del objetivo.
Arias distribuyó su gente en tres columnas; las primera a cargo de Hilarión Rodríguez con 50 milicianos, quienes debían capturar la batería de artillería; la segundo con igual número de hombres a cargo del teniente Manuel del Portal que debía asaltar y capturar el cuartel y la iglesia donde estaría descansando la tropa. Por su parte Arias actuaria al mando de la reserva en la tercera columna.
En la madrugada del primero de marzo sigilosamente fueron copando sus objetivos infiltrándose con precisión. Con enorme disciplina, coordinación, preparación y sangre fría los milicianos iniciaron el ataque con los mosquetes que muy pocos poseían, ya que en su mayoría solo tenían armas blancas y muchos, solamente palos.
El grupo de Rodríguez en una sola descarga y al grito de ¡Viva la Patria! cayó sobre la batería de artillería ante los sorprendidos soldados realistas al igual que la segunda y tercera columna. Casi la mitad de la tropa realista fue aniquilada tomándose 83 prisioneros, 7 cañones, 100 mosquetes, pólvora, banderas y abundante munición, dinero y ganado en pie. La gran cantidad de parque capturado al no poder ser trasladado por su volumen, fue inutilizado o enterrado. El ejército realista había perdido en su totalidad su base logística y su comunicación con el Alto Perú. Inmediatamente la tropa de Arias se retiró por la serranía de Zenta, dejando en el sitio un tendal de muertos.
Tres días después enterado de la Serna de su sensible baja envió varias columnas en persecución de Arias con la firme convicción de poder rescatar los prisioneros y aniquilar las milicias patriotas, para ello dispone al coronel Centeno (24), se dirigiera por la Quebrada de Humahuaca y de allí debía ascender por las serranía de Zenta hasta San Andrés y Oran a fin de castigar a Arias; otras dos columnas que estaban al mando de Marquiegui y Olañeta debían ir por Oran vía Ledesma para cerrarle el paso a Arias por el oeste.
Fue tan importante la acción de Humahuaca que Belgrano hizo acuñar una medalla para cada uno de los jefes dándoles el título a los “Héroes de Humahuaca” y estos serían: Coronel Manuel Eduardo Arias – Capitán Hilarión Rodríguez – Alférez Manuel del Portal – Sargento José Ontiveros – Capitán Juan Pablo Mariscal.
Belgrano, diseñó una estrella heráldica militar de 5 puntas por el glorioso triunfo de Humahuaca y solicitó su otorgamiento a Pueyrredón. Arias por este acto fue ascendido a Teniente Coronel y se les otorgó medallas de oro a los 5 oficiales y de plata a los demás. La tropa debía llevar en el brazo una cinta con la inscripción: LA PATRIA A LOS VENCEDORES DE HUMAHUACA. (25)
El Combate de Volcán
El 9 de marzo llegó Centeno a Humahuaca donde comprobó el estado macabro dejado por el desastre sufrido e inmediatamente organizó la persecución y desde su inicio comenzó a sentir la presión de Arias y sus gauchos que no le dieron descanso ni por un momento. Benavidez con sus partidas, en todo lugar, sea de día o de noche, lo obligaba en todo el trayecto hasta Oran a detenerse con muchos enfermos y heridos para descansar y organizar su agotada caballada, exigiéndole replegarse en fracasada acción nuevamente hacia Humahuaca, donde al llegar a esta se encontró con una ciudad vacía sin poder sostenerse, teniendo que seguir a Tilcara, encontrándola también desierta. Allí dividió sus efectivos adelantando una columna a cargo del coronel Seoane.
Al llegar a Volcán esta columna realista fue emboscada el 3 de abril por el coronel Burela siendo en su totalidad prisionera junto a su jefe, sufriendo numerosos muertos. La otra columna, la de Centeno debió soportar sucesivos ataques en Huacalera, Reyes y Yala que le provocaron numerosas bajas y pérdidas de equipo.
El combate de Volcán por la contundencia de su acción y el daño provocado al enemigo agravó la derrota sufrida en Humahuaca, constituyendo el inicio del derrumbe del ejército realista en su majestuosa campaña en la que parecía invencible.
Tampoco le fue fácil su llegada a Jujuy, ciudad que estaba cercada por los gauchos pudiendo entrar con el apoyo de una guarnición que salió para socorrerlo.
La misma suerte corrieron Olañeta y Marquiegui cuyas respectivas columnas enviadas sobre la vía Ledesma – Oran fueron atacadas permanentemente con la mayor furia, debiendo regresar a Jujuy diezmadas sin haber cumplido su misión.
El Golpe de Mano en Humahuaca – como así se lo denomina militarmente – fue uno de los hechos de armas más significativos de la independencia ya que marco el principio del fin de la “gran invasión” que al no poder mantener el invasor su retaguardia y comunicación con el Alto Perú, comenzó a derrumbarse en su poderío.
La Ocupación de Salta
Sin poder salir de cerco que ejercía la guerrilla en Jujuy mandó de la Serna bajar los refuerzos que mantenía en el Alto Perú al mando del coronel Vicente Sardina, los que pudieron llegar el 2 de abril con 2000 efectivos adicionales, lo cual posibilitó sumar ahora más de 4500 soldados y poder romper el cerco y proseguir su marcha hasta Salta, dejando en Jujuy una retaguardia al mando de Olañeta con 600 hombres. Recién el 13 de abril las tropas de de la Serna pudieron iniciar la marcha, llegando a Salta el día 16. Tan duro fue este trayecto que el ejército invasor perdió 2 oficiales y 400 hombres entre muertos, heridos y prisioneros.
Ante este fracaso de la Serna organizó a su ejército como una fuerte masa, la que puso bajo las ordenes de Sardina, el más calificado de sus jefes, quien debía marchar y sorprender al jefe patriota y principal figura de los insurgentes (Güemes), quien se encontraba – según la información obtenida – en los Valles Calchaquíes. Hacia allí partió Sardina el 20 de abril con su tropa, la que desde su salida fue atacada por los gauchos dirigidos por Güemes en operaciones de acoso y desgaste permanente, produciéndose el primer encuentro en el Bañando en un duro combate, en el que el mismo Sardina fue herido de muerte, por lo que la tropa (ahora bajo el mando de Vigil) se dirigirá a la Quebrada de Escoipe pero debido a la fuerte resistencia de las partidas gauchas, que en forma constante y sistemática golpeaban una y otra vez al desalentado ejército, debió emprender la retirada a Salta donde llegaron diezmados, hambrientos y en lamentable estado. El raid del ejército invasor solo duro 3 días y sufrió el más grave revés.
Al igual que en el triunfo de Humahuaca, Belgrano dispuso otorgar una medalla, la que ahora sería de 6 puntas en oro y centro de plata, a los oficiales y comandantes. La estrella de metal llevaba la inscripción “al mérito en Salta” y en su centro: “año 1817”. Esta estrella heráldica militar de 6 puntos será la “Estrella de la Defensa de Salta” donde cada punta representa a un héroe – Martin Miguel de Güemes – Pedro José Zabala – Juan Antonio Rojas – Mariano Morales – Apolinario Saravia – Luis Burela, al igual que la condecoración de Humahuaca de 5 puntos.
El desaliento de de la Serna; no solo por el sitio (que se había agravado) sino también porque los constantes y severos golpes a su tropa que estaban provocando el derrumbe moral de la misma sumado a las noticias de la derrota en Tarija y de la batalla de Chacabuco en Chile que significaba el éxito de San Martin con el cruce de la cordillera y la perdida material después de 4 meses de una inútil campaña, la que había previsto exitosa y llena de gloria. De la Serna dispuso retirarse al Alto Perú a fin de reorganizarse y ordenar una resistencia y contra ofensiva.
Olañeta en Jujuy era acosado por el Pachi Gorriti y de La Corte con los mismos resultados demoledores.
Pero nada iba a ser fácil para de la Serna, Güemes tenía previsto esta retirada y preparada su tropa para rematar al maltrecho ejército invasor.
Así dispuso a su comando general en cada área de combate con acciones permanentes de hostigamiento y destrucción a lo largo de todo su recorrido en retirada hasta Yavi. Todo su trayecto fue una lucha constante; tal es así, que desde el abandono de la ciudad de Salta el 4 de mayo de 1817, recién pudo de la Serna llegar a Jujuy el día 21 sufriendo 7 ataques sistemáticos durante la marcha en el embate de los gauchos que lo obligaron a reanudar su penosa marcha hasta Tupiza produciéndose en el trayecto nuevos encuentros a lo largo de toda la Quebrada de Humahuaca que, en forma parcial, sumaron un total de 9. Este raid que de la Serna había proyectado y previsto con todo éxito terminaba en un rotundo fracaso en una campaña que duro apenas 6 meses. (Ricardo Rojas documenta 50 combates) Si de la Serna no fue aniquilado totalmente fue porque las fuerzas gauchas no tuvieron las cabalgaduras suficientes por lo que solo pudieron combatir con efectividad hasta Tilcara. (26)
La acción de inteligencia de Güemes y Belgrano planteada para dar respuesta a esta organizada invasión fue resultante de una aplicación brillante resuelta en hechos de armas destacados en la historia militar y la que debe estudiarse en sus fases operativas como una continuidad de acciones ofensivas y sucesivas siguiendo un orden sistemático de desgaste del enemigo en el tiempo y el espacio, que muestran una genial conducción tanto en la táctica como en la estrategia, sobresaliendo el uso de recursos y conocimiento del terreno, la destreza y coraje de los actores y la correcta coordinación de sus jefes.
A pesar de sus meticulosos cálculos, de la Serna sólo puedo recorrer trecientos kilómetros de los 1800 propuestos, debiendo regresar a su lugar de partida, “montando el único caballo que a su fuerza le quedaba”.
Lo previsto por el mando realista para recuperar el territorio y el escarmiento sobre quienes habían osado revelarse contra la corona declarándose independientes, se transformó en una derrota vergonzosa y se la habían ocasionado aquellos gauchos que tanto despreciaba al compararlos con su tropa de elite, vencedora de Napoleón en Europa. (27)
Cuando los efectivos españoles lograban organizarse para contraatacar los gauchos habían desaparecido del lugar y con ellos los armamentos, vestimentas, armas y dinero de sus muertos y heridos de tal manera que registran en sus memorias “que los gauchos no necesitaban apearse del caballo, para desnudar un muerto, o levantar del suelo un real de plata”. (28)
En una guerra sin cuartel lucharon en forma constante en combates permanentes 3500 gauchos y 4500 realistas. (29)
Analizando el contundente triunfo sobre esta “Gran Invasión”, no podemos desvincularla del “Plan Continental” establecido en el programa de acción planificado por Belgrano Güemes y San Martin y que el Director Supremo designado por el Congreso Constituyente de Tucumán de 1816, Juan Martin de Pueyrredón, decidiera ponerlo en práctica. Dentro de su estrategia y considerando una nueva política para las “Provincias Unidas de Suramérica”, establece la participación de San Martin en Cuyo para intentar el cruce de la cordillera e iniciar el avance sobre los puertos intermedios y atacar al núcleo del ejercito realista instalado en el Perú y en un accionar conjunto incentivar la guerra de guerrillas en Salta y Jujuy, teniendo como jefe de avanzadas al General Martin Miguel de Güemes, como así, la guerra de partidarios en el Alto Perú, dirigida por guerrilleros como líderes naturales en el uso de la geografía, la creación o imaginación de las acciones pero por sobre todo el heroico amor a la patria.
La Asistencia a San Martin
Para la campaña de San Martin desde Cuyo y el cruce de la cordillera, envió Belgrano desde Tucumán una columna al mando del Coronel Francisco Zelada con 50 efectivos altamente calificados que pertenecían al Ejercito Auxiliar del Alto Perú, al que sumó milicias riojanas, las que se organizaron en dos escuadrones de caballería de 60 hombres cada uno, que al mando de Nicolás Dávila, como segundo jefe se integraron al ejercito de los Andes en la columna Norte al mando de Juan Manuel Cabot, oficial dispuesto por San Martin para su conducción, siendo este, oficial formado por Belgrano y que había participado bajo sus órdenes en la campaña militar del ejército auxiliar del Alto Perú, al igual que Rudecindo Alvarado y otros numerosos oficiales.
Será Cabot quien portará la Bandera de los Andes, la que será la Bandera de la Libertad Civil o del Estado de Derecho, referenciando la soberanía popular como triunfo sobre la monarquía y flameará luego de la batalla de Chacabuco. (30)
Caso Epigramático – la Batalla de la Tablada o de Tarija
La tercera columna que debía actuar sobre el oeste, interviniendo la vía Oran-Baritú bajo las ordenes de Bustos, recibió por disposición del Gobierno Central la orden de retirarse para regresar a Tucumán. (31)
Esta columna tenía por objeto copar Tarija, que era el centro estratégico realista y desde donde había partido la invasión de de la Serna y, además, operaba un fuerte núcleo revolucionario del que ya Lamadrid conocía porque había actuado junto a Camargo y sus flecheros, a los hermanos Rojas y al valeroso caudillo “Moto” Méndez. El área estaba militarmente conducida por Francisco de Uriondo por disposición de Belgrano y Güemes. Ante los sucesos de la Laguna del Yeso Güemes dispuso reemplazar a Bustos por Uriondo para proseguir su marcha hacia Tarija a fin de cumplimentar el objetivo primario, para lo cual abastece a Bustos con 120 reses en la Laguna del Yeso y previene su regreso.
Belgrano como jefe del Ejército del Norte había dispuesto con una partida apoyar la acción de Güemes cortándole a los realistas sus comunicaciones y además apoyar en acciones menores a los activistas altoperuanos, debiendo dirigirse a Oruro. Escribe Mitre: “Tal era el estado de insurrección popular del Alto Perú y cuando la expedición de Lamadrid penetrando en su territorio cortó la línea de comunicaciones de los invasores de Salta a la altura de Yavi. Lamadrid, faltando a sus instrucciones, en vez de operar por el despoblado (tal lo mandado) se inclinó sobre su derecha, dejo a su izquierda y la Quebrada de Sococha y determino dirigirse sobre Tarija, dando como causal de esta variación la falta de cabalgaduras para llenar aquel objeto. De este modo una simple diversión se cumplía en una verdadera operación de guerra ofensiva, sin base, sin plan y sin más objetivo que la buena o mala estrella del aventurero jefe de aquella expedición”. (32)
La acción de Lamadrid en ningún momento puede considerarse como falta de disciplina o desobediencia a lo dispuesto por Belgrano.
La orden de retorno de la columna de Bustos dada por Buenos Aires, cuando este debía proteger la línea Baritú–Oran, para llegar a Tarija en apoyo de Uriondo que actuaba corporativamente con Rojas, Méndez y … en un frente estructurado de guerrillas, actuando con Medina, Arias y Benavidez en su línea intermedia ya que era de fundamental importancia por su ubicación geográfica, porque de este punto se esperaba el ingreso de las fuerzas portuguesas ya que una invasión y la perdida de Tarija, podría ocasionar un punto de inflexión en la guerra. Esta previsión ya había tomado de la Serna cuando instalado en ella había organizado las obras de fortificación. Esto hace resolver al teniente coronel Araoz de Lamadrid cambiar su rumbo para dirigirse de Yavi a Tarija.
Su fuerza con 300 jinetes seleccionados y altamente calificados habían partido para marchar inadvertidamente por el “despoblado” o “ruta de los contrabandistas” conocida hoy como ruta 40 más 150 infantes y dos piezas de artillería, su misión era alcanzar Oruro (33)
Partiendo de San Miguel de Tucumán el día 3 de marzo de 1817, la tropa estaba identificada por sus ponchos verdes y un sugestivo nombre de los “Húsares de la muerte” (34)
La fuerza debía cumplir el siguiente objetivo: (35)
- 1° amagar el flanco este de los realistas sin comprometer acciones bélicas
- 2° insurreccionar la región entre Tupiza, San Pedro de Atacama y el área Norchichas.
- 3° hacer creer al comandante del ejército realista que esta operación formaba parte de otra más imponente, que lo tomaría sobre sus espaldas.
- 4° impedir que los realistas tomaran la ofensiva hacia el sur.
El Recorrido de Lamadrid
A fin de cumplir su objetivo, Lamadrid parte de San Miguel de Tucumán a fines de mayo emprendiendo la marcha para llegar a San Carlos–Valles Calchaquies–Salta una semana después, donde engrosa sus fuerzas con las del capitán de dragones José Alejandro Carrasco con un centenar de milicianos y caballada (36)
El recorrido que hizo Lamadrid desde su partida de la ciudad de Tucumán, siguió por el llano por Tafi Viejo, Tapia, Choromoro hasta el legendario fuerte de Trancas (37), desde donde cambio su rumbo al oeste para entrar en tierras salteñas por la actual ruta nacional 40 que persigue el trazo del Rio Calchaquí, aguas arriba hacia Cafayate (1680msnm – Animaná 1695msnm, San Carlos 1624msnm, Angastaco 1990msnm, Molinos 2220msnm, Seclantás 2220msnm, Cachi 2530msnm, Payogasta 2596msnm, La Poma 3500msnm hasta remontar la cuesta y Abra de Acay 4950msnm para luego por el despoblado Casabindo 3605msnm, Abra de Queta 3685msnm, Abra Pampa 3600msnm, Campos del Marques 3525msnm, Cangrejillos 3640msnm, Pumahuasi 3600msnm, Yavi 3515msnm, paraje desde donde continua en dirección a territorio de Tarija. Después de un amago a Yavi por camino a Pumahuasi, tomo un rumbo este por la altiplanicie hasta llegar a Huayllagara y nacientes del rio Camacho continuando por Alisos, Pampa Redonda, Tolomosa hasta el portal del Gallinazo Villa de Tarija.(37)
La falta de cabalgaduras, lo obligó a no ajustarse a las instrucciones verbales recibidas de sus jefes, por lo que cambió el rumbo de su marcha hacia Casabindo–Jujuy. (38)
Cabe señalar la importancia que tiene en el área puneña el mantenimiento de cualquier caballada tanto para su uso físico como de pasturas adecuadas para su alimentación, el clima y la falta de aire por la altura en el efecto de la Puna y la exigencia del mantenimiento hizo necesario el cambio del rumbo hacia Tupiza para desviarse luego hacia Tarija, siendo que una nueva realidad de la guerra enmarcaba las acciones al conocer tras el encuentro con una partida realista en Cangrejos que llevaba correspondencia para la avanzada del general la Serna (hecho sucedido el 8 de abril de 1817) también se informaba de los planes realistas. Y ante la importancia del dominio de Tarija como punto estratégico por su ubicación geopolítica, el jefe realista decidió el cambio de rumbo para asegurar esta plaza.
El 11 de abril Lamadrid penetraba en territorio altperuano; cruzo la serranía que separaba Tupiza del camino a Tarija y por la Quebrada de Tolomosa traspuso el abra, llamada “puerta de gallinazo”, para alcanzar precisamente la Villa de San Bernardo de Tarija (39)
La villa estaba ocupada por el Regimiento de Cuzco al mando de teniente coronel Mateo Ramírez. La otra fracción realista ocupaba el Valle de la Concepción al mando del teniente coronel Andrés de Santa Cruz, por la que Lamadrid pasa por sobre su derecha sin ser advertido para unirse en ese punto con los guerrilleros como así estaba previsto.
La columna de Lamadrid coincidió con el accionar de los grupos guerrilleros y las directivas del comandante Uriondo con la necesidad de la toma de Tarija, venciendo ambos a los realistas en los campos de la Tablada el 15 de abril de 1817.
En la batalla de la Tablada, las fuerzas realistas estuvieron al mando de su gobernador Mateo Ramírez, quien se encontraba acompañado por el general Santa Cruz, con el grueso del ejercito realista, estacionado en el Valle de la Concepción, al que Aráoz de Lamadrid había logrado evadir en su paso hacia Tarija sin atacarlos para no perder la sorpresa sobre el objetivo primario. (40)
Según el testimonio de Gregorio Aráoz de Lamadrid (batalla de Tarija – José Paz Garzón) (41) puntualiza que: en la tarde del 14 de abril de 1817, cuando el ejército patrio bajaba de la Puerta del Gallinazo por los añejos callejones hacia el rio Guadalquivir que fluye rozando la villa de Tarija, las fuerzas realistas comandadas por el coronel Don Mateo Ramírez, marcharon de inmediato a combatir, momento en el que ordenó desplazar la caballería de Húsares de la Muerte y dos compañías de infantería para el enfrentamiento armado. Al estampido y fuego de los cañonazos del ejercito patrio, el coronel Mateo Ramírez se vio obligado a replegar sus tropas y comprobó, además, que no se trataba de una columna de gauchos tarijeños sino de toda una división militar de ejército. En esa desesperada contramarcha los realistas fueron perseguidos por continuos tiroteos de las compañías de cazadores y cargas de caballerías de los húsares por las orillas del rio Guadalquivir y calles de la misma villa de Tarija, hasta ingresar aterrados en la plaza donde estaba ubicado el cuartel general realista con doble trinchera.
En fugaz movimiento, Gregorio Araoz de Lamadrid logro emplazar sus dos cañones de 4 libras y sus 3 compañías de infantería en el Alto Cerrito de la capilla de San Roque que tiene amplio campo visual del cabildo y la plaza de la villa para cañonear. Desde allí mando una primera advertencia y ante una arrogante respuesta del coronel Mateo Ramírez, instruyó a seguir con los cañonazos contra los realistas y a su vez, desplego la caballería de los húsares de la muerte a puntos claves de la villa, sitiando con los guerrilleros de Tarija a las fuerzas del ejército realista que intentaban salir, pero no pudieron romper el cerco dada la atenta vigilancia del ejército patriota.
Reportado que tropas realistas derivadas del valle de Concepción asomaron en la planicie de Tablada, en la mañana del 15 de abril de 1817, Gregorio Araoz de Lamadrid irrumpió con valentía única a enfrentarlas en una contienda arriesgada, pero derrotándolas completamente con solo 33 bravos Húsares de la Muerte que marchando al trote y en voz de mando de carabinas a la espalda, sable en mano y toque a degüello, mediante una fulminante carga de caballería en tres frentes, acompañado en su flanco por los distinguidos capitanes Manuel Cainzo y Lorenzo Lugones. Como resultado quedaron tendidos en el campo 63 enemigos muertos y 40 prisioneros, varios de ellos acuchillados; en cambio de los patriotas se tuvo 7 heridos y 2 muertos.
Pasada esta veloz operación militar, Gregorio Araoz de Lamadrid regreso a la villa de Tarija proclamando el triunfo de sus tropas con el grito de viva la patria reincorporándose militarmente a ocupar el alto de San Roque donde ya estaban emplazados los cañones. De allí envió a dos prisioneros heridos a reunirse con sus compañeros en la plaza diciéndoles vallan a contar como pelean los soldados de la patria, díganles que 33 Húsares de la Muerte han vencido a 140 de los suyos con 63 muertos”.
Los montoneros en estas acciones colaboraron vivamente en el sitio de Tarija, entre ellos los hermanos Uriondo, José María Avilés y el mítico Moto Méndez.
Del sitio cerrado impuesto por Uriondo fueron capturados los mensajeros que habían sido despachados a Concepción y Cinti e impidieron la llegada del grueso del ejército realista en auxilio de Santa Cruz y que respondieran al presidente de la real audiencia de Charcas, el Brigadier General de Marina José Pascual de Vivero y Salaverria.
En otra versión sobre la batalla nos informa que luego de los primeros cañonazos de Lamadrid, las fuerzas acantonadas en el valle de concepción (130 soldados) se dirigieron a Tarija al mando de Malacabeza entrando por la Tablada donde fueron recibidos en las primeras horas del 15 de abril de 1817. Lamadrid, con 32 Húsares apoyado por la primera compañía de Húsares al mando del Capitán Mariano García, cargaron obteniendo la victoria, provocando 65 bajas y 40 prisioneros; con esta victoria parcial, Lamadrid regreso a Tarija para intimar rendición a Mateo Ramírez, quien acepto ante la amenaza firme de ser pasado a degüello, teniendo en cuenta el sitio que le habían puesto las fuerzas milicianas de un millar de gauchos que venían de sufrir la opresión sangrienta y el saque permanente de los ejércitos realistas instalados en la villa.
La rendición se transformó en una Capitulación que firmaron ambos jefes, la que le significó al ejercito del norte la captura de 20 oficiales (entre ellos Ramírez y Santacruz) junto a 274 soldados, tomándose 400 fusiles, 10 pares de pistolas, 20 sables, 47 lanzas, que reforzaron al ejercito patriota, el que sufrió la pérdida de 2 muertos y 7 heridas. Los prisioneros fueron enviados a Belgrano junto al texto de capitulación firmado en forma inmediata. Luego por intervención de la embajada británica en Brasil fueron devueltos al Alto Perú pudiendo Santa Cruz participar en la batalla de Callao donde nuevamente fue vencido y paso a integrarse a las fuerzas patriotas sumándose al general Bolívar en los ejércitos libertadores para llegar en 1825 a ser presidente de la nueva nación boliviana.
Las acciones de San Martin en Chile, las de Belgrano sobre sus tres frentes y la de Güemes como vanguardia sobre norte hasta el Alto Perú, obligaron a de la Serna retirarse y fracasar en la más extraordinaria campaña realista que hayan organizado sus ejércitos para la reconquista del territorio de las Provincias Unidas de Suramérica que había declarado su independencia y libertad en Tucumán el 9 de julio de 1816.
Pese a lo afirmado por Mitre, la Batalla de la Tablada o de Tarija, tuvo vital importancia en el trámite de la guerra al sellar la suerte de la mayor acción bélica de la corona en la mayor invasión sobre suelo americano consolidando para los ejércitos patriotas el Plan Continental con lo que se resolvió la libertad e independencia de las Provincias Unidas de Suramérica.
En Tarija ondeó en la batalla por primera vez, al igual que en Chacabuco–Chile la bandera de Belgrano señalando el triunfo de la soberanía del pueblo y del Estado de Derecho triunfante sobre la monarquía cerrando ambos con una capitulación, siendo por ello un hecho paradigmático de esta batalla y capitulación que definió el destino de Suramérica.
Epílogo:
“cuando la republica comenzó a rememorar las victorias obtenidas, solo se acordó de las que duraron horas como las de San Martin en Chacabuco y Maipú y las de Belgrano en Tucumán y Salta, olvidándose de las que duraron meses, como la victoria sobre el Mariscal de la Serna, el más importante de los triunfos en el territorio” (42)
Referencias:
(1) Luis Grenni – “Belgrano Proyecto Siglo XXI”- Instituto Belgraniano de Jujuy. Es.Ty.Lo. Servicios gráficos. Pág. 7, 2016.
(2) Martin Villagran San Millán – “El Congreso de Tucumán – el Monarquismo Incaico de Belgrano y Güemes en la Prensa Periódica Porteña”. Pág. 1 – “El Diputado electo al Congreso designado por el Cabildo de la tenencia de gobernación de Jujuy y su territorio fue el Dr. Teodoro Sánchez de Bustamante quien, en la sesión del 9 de julio de 1816, pidió se discutiera el proyecto de declaración de la independencia. De resultas de ello luego de más de tres meses de arduas discusiones, el congreso proclamó la existencia de una nueva nación libre e independiente de España u otras naciones a la que se denominaba “Provincias Unidas de Suramérica”
3) Luis Grenni – “Jujuy en la Gesta por la Independencia 1810 – 1825” Pág. 140 – “los diputados bonaerenses formaban un solo bloque con 7 diputados; Juan José Paso, Cayetano Rodríguez, Tomas de Anchorena, Antonio Sáenz, Pedro Medrano, Agustín Gascón y José Darragueira. De ellos, Anchorena, Sáenz, Darragueira y Gascón representaban a la parte más fanática y radical del Cesarismo Porteño, pretendiendo mantener a todo el territorio del Antiguo Virreinato bajo el dominio exclusivo del Gobierno Central asentado en Buenos Aires, arrogándose su capitanía por el solo hecho de ser propietaria del puerto… todo aquel que pretendía quebrar la hegemonía porteña era considerado enemigo de la patria, tales como Artigas y Güemes…”
(4) Guillermo Sola – “El Gran Bastión de la Patria. Pág. … – “Anchorena, Sáenz y Gascón fueron los que formaron la junta de observación que gobernó la nación escudada en la sombra de Álvarez Thomas, maquinando cuanta intriga y traición fuera posible… los mismos que acusaron a San Martin, Güemes y Belgrano de una “camarilla de militares”.
(5) Bartolomé Mitre – “Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina” usó el término de republiquetas para referirse a los espacios geográficos en los que actuaban los caudillos altoperuanos, los que actuaban en conjunto o en forma independiente frente a los ejércitos reglados de la monarquía española.
(6) Luis Grenni – “Belgrano Proyecto Siglo XXI” Pág. Analiza el término usado para definir una táctica bélica utilizada por los gauchos derivado de la palabra gaucho del quechua= Hombre marginal sin ascendencia ni pertenencia. El termino fue utilizado por Leopoldo Lugones y se generalizó para definir toda una actuación en la guerra por la independencia en el noroeste argentino, la cual estuvo guiada por caudillos naturales basados en el uso de la geografía, la imaginación y el coraje para mantener una guerra de recursos.
(7) Güemes Arruabarrena, Martin Miguel – “General Martin Miguel de Güemes 1785 – 1821, la Soledad de la Misión y la fuerza de la gloria” 3ra Edición Pág…
(8) Luis Güemes Ramos Mejía – “Güemes Documentado” Pág. 240 Tomo IV Carta del general don José de la Serna al Comandante Uriondo: “Sr. Francisco de Uriondo Tarija diciembre 6 de 1816 Muy Sr. mío: Su nacimiento y demás circunstancias, me han hecho creer no estar demás el incluirle la adjunta proclama, pues por ella se cerciorará de que mis miras y deseos no son otros que la tranquilidad de estos desgraciados países; y echar un velo sobre los yerros o extravíos de algunos de sus habitantes. Me lisonjeo de que mi humanidad, y benignidad es bien conocida en el poco tiempo que hace llegue a este continente, como así mismo de que usted debe estar bien desengañado de lo quimérico que es el sistema de gobierno que quieren establecer los de Buenos Aires. En este supuesto si usted no está obcecado preséntese donde le acomode seguro de que disfrutará de las gracias que en mi proclama prometo, de que olvidare lo pasado y de que se acogerá sin faltar a nada de lo que ofrezco. Con este motivo saludo a Ud. el General del Ejercito Real del Perú. José de la Serna.” En el mismo documental de Güemes Documentado del mismo autor se transcribe la nota de Olañeta a Güemes “¿cree usted, por ventura, que un puñado de hombres desnaturalizados y mantenidos por el robo, sin más orden, disciplina e instrucción que la de unos bandidos pueden oponerse a unas tropas aguerridas y acostumbradas a vencer a las primeras de Europa y a las que haría un agravio comparándolas a esos que se llaman gauchos, incapaces de batirse con triplicadas fuerzas como es la de sus enemigos?”…
(9) Wagner de Reyna – “8 Años de la Serna en el Perú” – 1985 Pág. 41. “Creo puedo lisonjearme a V.E. formaría un cuerpo de ejército capaz de entrar con él en Buenos Aires para el mes de mayo del próximo año, siempre que circunstancias políticas y topográficas lo permitiesen”.
(10) Luis Grenni – “Belgrano y los Sueños de una Revolución Silenciada” – Instituto Belgraniano de Jujuy. Pág. 179
(11) Luis Güemes Ramos Mejía – “Güemes Documentado” Pág. 242. Uriondo contesta a de la Serna en los siguientes términos: “…V.E. propone estas ventajas, a una persona, cuyo carácter sensible sabe llenarse de gratitud a menores señales de beneficencia. Soy un hombre de honor, y nada es capaz de contraponerse a mis esfuerzos, cuando trato de complacer a quien solicita mis satisfacciones; sino el propio honor. Este puntualmente es el que ahora se opone al gustoso consentimiento con que sin esto debería acceder a su solicitud. Por una proclamación solemne que hizo este pueblo a mi persona yo fui constituido Gobernador de esta provincia… Revestido de una ternura cual debe acompañar no a un jefe padre, pero aun al más desaforado tirano; llore con instancia sus desgracias y proteste a la faz del cielo el vengarlas. Esperé de este el realizarlas; mas como la providencia no obra según el periodo con que solicitan los hombres sus antojos, si solo como previenen los dictámenes de la justicia y misericordia, no ha llegado a este día el caso de practicarlo, pero cuente V.E. que en todo evento en una suerte lisonjera franquee a mi espada un solo momento de dicha, será para emplearla en la más tirana garganta de los gobernantes de esta infeliz provincia, que han atropellado todas las leyes justas, han provocado a los cielos, han infamado hasta los extremos más degradantes, las armas del rey, que precian defender, han hollado con crueldad los sagrados de la humanidad; se han burlado de los sentimientos del honor; y recopilado en sus personas cuantos vicios groseros pueden caracterizar a los mayores malvados, se han presentado como tales, al robo, al degüello, al incendio, al sacrílego exceso de saquear los templos, y a cuanta otra extravagancia no es capaz de atreverse al abismo… desengáñese V.E. que la guerra que va V.E. a militar, es una guerra personal. Muchos de esos oficiales que se presenten con un carácter de servidores de su rey, no son sino unos destructores de su corona, sembradores de veneno que mata y aniquila sus vasallos, dueños de cuantos intereses encuentren en los lugares, y unos agentes celosos de cuanto medio continúe la guerra, y sostienen su interés personal, que es su rey, su religión, su dios y su todo. Con que vea V.E. si podre yo sin entrar en un público atentado pasar a la compañía de esos criminosos cuyo exterminio, espera quizás de mi mano esta ofendida provincia. Si antes de este permite mi escasa suerte que mi infortunado contraste ponga mi vida a los filos de la espada vencedora, tendré la gloria de ser víctima entre la empresa de empeñar mis afanes en la destrucción de esas fieras enemigas de la rectitud y la justicia. Esta resolución propia de un hombre revestido de los sentimientos de humanidad no se opone señor a la obligación que impone V.E. con su beneficencia a la voluntad más reconocida de este su servidor Q.S.M.B. Francisco Uriondo”.
(12) El Güemes Documentado de Luis Güemes Ramos Mejía también consigna la respuesta de Güemes a Olañeta: “Muy señor mío y pariente al leer su carta del 19 de corriente forme la idea de no contestarla para que mi silencio acreditase mi justa indignación; pero me animan sentimientos honrados, hijos de una noble cuna diría usted que desde ahora y para siempre renuncio y detesto ese declarado bien que desea promocionarme. No quiero favores con perjuicio de mi país, este ha de ser libre a pesar del mundo entero. Vengan enhorabuena sus imaginarios regimientos de Extremadura, Gerona, Cantabria, Húsares y Dragones, y vengan también cuantos monstruos aborto la Europa con su rey Fernando a la cabeza. Nada temo, porque he jurado sostener la independencia de América y, sellarla con mi sangre. Todos, todos estamos dispuestos a morir primero que sufrir segunda vez una dominación odiosa, tiránica y execrable. ¿Qué más quiere usted que le diga? Que adopte la guerra que más le acomode para nuestra destrucción, pero tema y mucho más la mía. Si usted quiere entrar con ese pequeño grupo de tropas a los pueblos de Jujuy y Salta, avísemelo y en el momento (le empeño mi palabra de honor) me retiro dejándole franco el terreno; quiero ver esa guerra análoga a la mía, quiero que midamos nuestras fuerzas, y quiero recordarle los triunfos de Venta media y Wiluma. Estoy persuadido que usted delira y por esta razón no acrimino como debía y podía el atentado escandaloso de quererme seducir con embustes, con patrañas y espantajos que me suponen tanto como las coplas de Calainos. Y luego dirá usted que es un oficial de honor y del Rey ¡QUE BAJEZA! ¿y así lo toleran sus jefes? ¿así lo consienten en ese ejercito real? Valerse de medios tan rastreros como inicuos solo es propio del que nació sin principios. Un jefe que manda un ejército tan respetable, a él solo debe fiar el buen éxito de sus empresas lo demás es quimera, es degradarse y es manifestar mucha debilidad. Yo no tengo más que gauchos honrados y valientes. No son asesinos, sino de tiranos que quieren esclavizarnos. Con esto únicamente lo espero a Ud., a su ejército y a cuantos mande la España. Crea usted que ansió por este dichoso día que me he de llenar de gloria. Convénzase usted por la experiencia que ya tienen que jamás lograra seducir no a oficiales, pero ni al más infeliz gaucho: en el magnánimo corazón de estos, no tiene acogida el interés, ni otro premio que su libertad. Por ella pelean con la energía que otras veces han acreditado y que ahora más que nunca la desplegara. Ya está usted satisfecho: ya sabe que me obstino y ya sabe también que otra vez no ha de hacer tan indecentes propuestas a un oficial de carácter, a un americano honrado y a un ciudadano que conoce mucho más allá de la evidencia que a un pueblo que quiere ser libre, no hay poder humano que lo sujete. Sin perjuicio de esto vea usted si en otra cosa puedo serle útil su afectivo servidor. Q.S.M.B. Martin Güemes. Señor Pedro Antonio de Olañeta. Es copia Torivio Torin Secretario:
(Copia de Icazate en A.G.N. X.394 Congreso, 1816 – 1817
(13) Emilio Bidondo: “Historia de Jujuy” Pág. 240 Editorial Plusultra.
(14) En la obra de Luis Güemes Ramos Mejía, “Güemes Documentado” Tomo IV, existe una numerosa por la cual conocemos en la lógica de la guerra la relación directa entre ambos jefes principalmente del 26 de septiembre al 7 de noviembre, los cuales nos muestra una planificación conjunta de la guerra incluso con el ejercito de los Andes; como así la actividad de Uriondo y Lamadrid mientras se desarrollaba la ofensiva de San Martin y las acciones distractivas para permitir este desarrollo, operando en forma simultánea y actuar cuando estuviera asegurada la suerte de Chile y operar entonces con una ofensiva generalizada, la carta de Belgrano a Güemes del 18 de noviembre de 1816 nos dice: “el Marqués y demás jefes que no se exponga a una acción general. Las instrucciones que usted le ha dado están muy buenas; pero que no vayan a faltar a ellas y que no se duerman, tiempo nos llegara de poder operar con provecho: entre tanto, guerra de montaña y nada más, que la uva caiga de madura” – Carta de Belgrano a Güemes – ejército y milicia de Buenos Aires a Tumusla 1776 – 1825 de Martin Villagrán San Millán sobre Güemes Documentado de Luis Güemes Ramos Mejía Pág. 165 y 168. Tomo IV y 768 del Tomo VI. La carta de Belgrano a Güemes desde Tucumán el 22 de noviembre de 1816 nos dice: “no dudo que si los tarijeños hicieran lo nombrado de levantarse en masa arrojarían la canalla que los subyuga, por lo que hace auxilios no les faltaría cuanto yo pudiera flanquear, ellos podrían entonces formar una línea con la fuerza que debe mandar Acebey y las demás repartidas que a su tiempo daría que hacer a cuantos nos pudiesen atacar”. Estas cartas están demostrando que cada jefe regional tenía su libertad de acción para llegar al objetivo dentro del plan de la montaña en una relación orgánica.
(15) Cristina Minutolo de Orsi – “Manuel Belgrano 1816, Unidad e Independencia Americana”.
(16) Campero, Rodolfo Martin – “el Marqués de Yavi. Coronel de Ejército de las provincias unidas del Rio de la Plata”. Buenos Aires 2006
(17) Frías Bernardo – “Historia del General Martin Güemes y la Provincia de salta, ósea de la Independencia Argentina”. Tomo III. Buenos Aires. De Palma “el pueblo fue envuelto en breves minutos, el campo inmediato, donde pastaba lo principal de los caballos de la división fue tomado por la caballería de Marquiegui mientras unos 100 infantes hacían fuego desde la loma y otros iban a dar asalto por el lado del rio. Solo una corta fuerza que acampaba fuera del poblado logro ganar un cerro inmediato e inicio la resistencia, la misma que cargada poderosamente, fue dispersada si no pasada a cuchillo.
Dentro del recinto de la población todo fue confusión y desorden. Algunos oficiales querían organizar las tropas más estas sobrecogidas, solo atinaban a huir en desbandada, el infeliz Cala, que cayó prisionero fue inmediatamente fusilado. Quesada fue tomado en la plaza, le dieron unos cuantos sablazos, se rindió prisionero; corriendo igual suerte 300 hombres de tropa. El marqués, más desgraciado que todos oía en ese momento misa. Sintiendo el tropel en la plaza, salió cuando el enemigo cargaba…
(18) Colmenares – “Martin Güemes – El Héroe Mártir”. …La sorpresa de Yavi fue ocasionada por un descuido del marques de Tojo, Coronel Mayor Juan José Fernández Campero y por la habilidad del jefe de vanguardia española General Pedro Antonio Olañeta. Este simulo retirarse de la Quebrada de Humahuaca hacia Suipacha. La división del marques quedo en Yavi sin contar con vigías ni exploradores, lo que fue aprovechado por Olañeta para volver precipitadamente y atacar Yavi. Prácticamente toda la división fue capturada. Olañeta informo a Ramírez de Orozco que de los 800 hombres de la división hubo una multitud de muertos y 340 prisioneros. Tomaron prisionero al Marques a quien los españoles trataron con suma severidad…
(19) Jorge Sáenz – “Batalla del Valle de Lerma”. Salta Mundo Grafico escribe “el 15 de noviembre por la mañana algunos soldados salieron del poblado a recolectar leña. Estos hombres fueron emboscados por tropas realistas y cayeron prisioneros, uno de ellos logro escapar y trato de dar la alarma. La fuga del soldado para dar aviso de la presencia del enemigo, podría perjudicar el ataque por sorpresa planeado sobre Yavi, previsto por el astuto Olañeta. Decidió atacar de inmediato y masivamente abriendo fuego sorpresivamente con mosquetes y desarticulando toda posibilidad de defensa, ya que solo se encontraba de guardia pocos efectivos. La desorganización de las fuerzas fue total, cayendo por el fuego de mosquetes decenas de milicianos, que, si no eran heridos o muertos, optaban por rendirse…
(20) Emilio Bidondo – “Contribución al Estudio de la Guerra de la Independencia en la Frontera Norte” Pág. 246. Tomo I. Cita a Mitro Bartolomé. Tomo III Pág. 72 y 73. Parte de Güemes 1816
(21) Emilio Bidondo – “Contribución al Estudio de la Guerra de la Independencia en la Frontera Norte” Pág. 246. Tomo I dice: “…Marquiegui con un destacamento (un batallón de infantería reforzado con un escuadrón de caballería reforzado por San Andrés hacia Oran con la misión de incursionar por el Valle de Bermejo y luego por el rio San Francisco alcanzar Jujuy desde el este. Con este movimiento Marquiegui busca arrojar a Arias hacia el sur y cortar las comunicaciones entre Oran y Tarija (Coronel Uriondo) por el Chaco. Este plan de Olañeta aspira a asegurarse por lo menos dos de las tres líneas de invasión utilizadas hasta entonces: la de la Quebrada de Humahuaca y la del Chaco (Tarija – Oran – Rio San Francisco).
(22) Emilio Bidondo – “Historia de Jujuy”. Editorial Plus Ultra. Pág. 240. “…los realistas siguieron su marcha hasta San Salvador de Jujuy, donde se encontraron con la vanguardia detenida por la acción de los gauchos. Diversas tentativas para continuar la mancha fueron frustradas; así, el 6 de febrero, salió de Jujuy un fuerte destacamento que fue atacado en San Pedrito por los infernales al mando del comandante Juan Antonio Rojas, la pelea que siguió fue encarnizada, pues, se luchó no solo con armas de fuego y blancas, sino con lazos y hasta con los puños… otra salida de los españoles hacia el norte y al este de la ciudad también fue derrotada”.
(23) Luis Güemes Ramos Mejía – “Güemes Documentado”. Tomo IV Pág. … En su informe a Belgrano.
(24) Bernardo Frías – “Historia del General Martin Güemes y de la Provincia de Salta, ósea de la Independencia Argentina”. Pág. 49 describe la personalidad de Centeno como jefe realista apresado en Colpayo, liberado luego por un canje de prisioneros, fue un bárbaro militar que se ufanaba en “no he de dejar en la paz más tesoro que las lágrimas” será quien dará muerte a Vicente Camargo a sablazos cortando su cuerpo en pedazos, apaleado y decapitado, distribuido sus partes en distintos pueblos para escarmiento de sus secuaces y su cabeza fue enviada como trofeo a Pezuela.
(25) La victoria de Humahuaca fue tan importante que el propio Belgrano diseño como parte de la heráldica militar una medalla y solicito los ascensos para los oficiales y hombres destacados de la acción dándole a ella la importancia que le correspondía
(26) Villagrán San Millán – “Ejercito y Milicias de Buenos Aires a Tumusla 1776 – 1825” Pág. 767. Analiza que para la ejecución de esta guerra se sustentaba en la necesidad de aplicar exactamente los principios de unidad de mando e iniciativa al escribir Belgrano: “dije a Ud. de Uriondo por lo que me representaron: Usted haga y obre como le pareciere y como tiene objeto a la vista…”
Las modalidades de la guerra gaucha dirigidas por Güemes 1814 se había puesto como doctrina de guerra de manera que el General Belgrano en tanto comandante en Jefe del Ejército Auxiliar del Perú se dirigía a su jefe de vanguardia, al propio Güemes para ordenarle en el sentido que debía obrar aplicando los principios de los que denominaba “guerra de montañas; escribía Belgrano: Estoy decidido por la guerra de montañas y es preciso llevarla hasta la perfección en lo posible
(27) Jorge Sáenz – “1817 Batalla del Valle de Lerma”. Mundo Grafico. Explica el desarrollo de esta guerra: No se trató de un enfrentamiento entre dos ejércitos regulares en campo abierto y programado, sino de un feroz acosamiento de los gauchos que no cejó un momento en permanentes ataques fulminantes, ataques e inmediato retiro y ocultamiento aplicando con gran astucia la “emboscada” y el factor sorpresa. Este procedimiento, denominado “ataque con objetivo limitado” requirió de una gran coordinación y definición militar por parte de los patriotas, y se pudo poner en práctica gracias a la capacidad militar de los jefes de partidas que se habían sumado bajo las ordenes de Güemes en las milicias gauchas y la alta capacitación de estos que pasaron a constituirse en armas letales frente al enemigo mostrando su ingenio e iniciativa en operaciones para: hostigar, amagar, replegar, emboscar.
(28) Tantos los militares españoles Pezuela, García Camba y Torrente explican en sus libros sobre la guerra en América, sobre el genial desempeño de los gauchos en una guerra atípica donde aplicaban sus técnicas con bravura y coraje nunca vista superando a los mamelucos y a los cosacos de las guerras europeas.
(29) Guillermo Sola en “El Gran Bastión de la Patria”. Pág. 363 Anexo I. Describe la composición, ordenamiento y distribución de las fuerzas al 15/10/18 y en Luis Güemes Ramos Mejía del Güemes Documentado Tomo VIII Pág. 20 – 43.
(30) Grenni, Luis Paginas de Historia VII Informe de 1816 – 1817
(31) Martin Villagrán San Millán ejército y milicia de Buenos Aires a Tumusla 1776 – 1825 Tomo II- Pág. 775
(32) Bartolomé Mitre – “Historia de Belgrano y la Independencia Argentina”. Pág.… Editorial El Ateneo 2015
(33) Memorias del General Gregorio Araoz de Lamadrid. Tomo I. Eudeba. Pág.…
(34) ) José Paz Garzón – Eduardo Valencia Paz – “Batalla de Tarija” Pág…
(35) ) Cristina Minutolo de Orsi – “Manuel Belgrano 1816, Unidad e Independencia Americana” Pag. 306
(36) José Paz Garzón – Eduardo Valencia Paz – “Batalla de Tarija” Pág…
(37) Idem
(38)Villagran San Millán Martín- ejércitos y milicias de Buenos Aires a Tumusla 1776 – 1825 Tomo II Pá-
(39) José Paz Garzón – Eduardo Valencia Paz – “Batalla de Tarija” Pág…
(40) Cristina Minutolo de Orsi – “Manuel Belgrano 1816, Unidad e Independencia Americana” Pag.
(41) ) José Paz Garzón – Eduardo Valencia Paz – “Batalla de Tarija” Pág 32
(42) Luis Oscar Colmenares – “Martin Güemes el Héroe Mártir”. 1998
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